Un antes y un después en la vida del comer
Cada quien en su tierra tiene ese plato por el que daría cualquier cosa. Ese asado o la pasta casera de domingo, un buen chivito canadiense o hasta por que no, las milanesas de la abuela.
Cada quién piensa que no hay nada mejor que su plato preferido, y que la opinión de los demás sobre eso no es relevante. Como dicen, es un tema de gustos. Pero que pasa cuando por explotar demasiado las mismas cosas nos perdemos de lo que realmente está en un máximo global?
En la mayoría de los casos sucede que no tenemos acceso a este tipo de platos diferentes que ni idea tenemos de que existen. En Uruguay el mercado es extremadamente reducido. En todos lados venden la misma mierda con diferente olor. No hay variedad. Basta con abrir una carta en algún restaurante para encontrarse con Pastas, pizzas, minutas, ensaladas de cuarta y carnes a la parrilla. Nada más. No existe el concepto de sabor, mas si el de llenarse hasta la siguiente comida.
El fin de semana pasado me fui a Buenos Aires por trabajo con un Indio amigo de la empresa y otros dos colegas locales. El pobre desgraciado sufrió una semana de estadía en Montevideo ya que por ser vegetariano, tuvo que morir en las ensaladas de lechuga y tomate, pastas con gusto a nada y frutas. En su momento yo me preguntaba por que el tipo estaba tan desconforme, diciendo que la comida no tenia gusto a nada. En Buenos Aires lo comprendí.
La primera incursión en las comidas indias fue en Mumbai, un restaurante en el corazón de Palermo con un ambiente muy agradable y precios razonables. Sin duda alguna, fue el comienzo de mi vida luego de saber lo que es saborear la comida y no solo llenarse con ella. Desde el increíble pan (naan) hasta arroces de variados tipos. No el inmundo arroz parbolizado con gusto a cartón que te venden en los locales comunes a los que estamos acostumbrados. Carnes sazonadas con especias inimaginables, picantes en su medida justa si así se pide y por supuesto, vinos que encajan con la comida, no el vino de la casa agujereador de estómagos.
Algunos pensarán que soy del tipo ricachón que le gusta gastarse toda la plata en un restaurante, pero no. No me gusta pagar más de lo que valen las cosas, no soy tan gil. Entrada, plato principal, vino, postre y pan de verdad por menos de 30 dólares (600 pesos uruguayos). Hoy en día en boliches ordinarios como La Pasiva o el conocido depósito de grasa barata El Mundo de la Pizza nos cobraría 400 pesos por una comida de cuarta. Nuevamente, estamos acostumbrados a eso y nos encanta que nos hagan el amor (sin amor) con los precios ya que seguimos comprando.
Obviamente eso no podía quedar en un solo restaurante. El segundo, un par de días después fue Tandoor. Similares características. Todos los platos sazonados con especias indias, postres exóticos que no se asemejan en nada a la casata palito bombón helado al que nuevamente, estamos acostumbrados, panes con gusto a pan y arroz con gusto a arroz.
Ya no quiero asado barato. Ya no quiero la mierda que me venden y por la que cobran como si fuera comida. Ya no pienso pagar por lo que no vale. Quiero disfrutar la comida porque de eso se trata. Voy a aprender a cocinar comida india y que se metan la milanesha super empanada en el culo.Si alguien alguna vez quiere darse cuenta de lo que realmente significa comer, que algún día pruebe Pollo Tikka Masala, Naan, Kulfi, Biryani o cualquiera de los platos que le ofrezcan como bueno. Pedí consejo a los que saben dentro del restaurante. Alguno de los platos son algo picantes y otros mucho pero se pueden pedir más suaves. Han occidentalizado la mayoría de los platos porque no estamos acostumbrados a lo picante, pero vale enormemente la pena. Eso sí, acompañar con un buen vino. Vas a ver lo que es bueno!